Tiempo de Pascua
Domingo, 11 de mayo 2025
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LA SAGRADA ESCRITURA

San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos:
«¿No te parece que estás -ya aquí, en la tierra- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?» (Ep. 53, 10).

En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo». Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).

Benedicto XVI presenta las enseñanzas de San Jerónimo

Lecturas de la Santa Misa del día y de cualquier fecha

Elegir un día en el calendario para ver sus Lecturas. Los Domingos y Festivos contienen un breve comentario.

Estola de color blanca
Domingo IV de Pascua
Primera lectura
Hch 13, 14. 43-52
Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
EN aquellos días, Pablo y Bernabé continuaron desde Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.
Muchos judíos y prosélitos adoradores de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, que hablaban con ellos exhortándolos a perseverar fieles a la gracia de Dios.
El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 99, 1b-2. 3. 5 (R: 3c)
R
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
O bien:
R
Aleluya.
V
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R
V
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R
V
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R
Segunda lectura
Ap 7, 9. 14b-17
El Cordero los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas
Lectura del libro del Apocalipsis.
YO, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios.
Aleluya
Jn 10, 14
R
Aleluya, aleluya, aleluya.
V
Yo soy el Buen Pastor —dice el Señor—,
que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. R
Evangelio
Jn 10, 27-30
Yo doy la vida eterna a mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor.

DOMINGO DE LA IV SEMANA DE PASCUA CICLO C

Todos los años, con matices distintos, celebramos en este domingo la referencia al Buen Pastor. Siempre se lee un fragmento del evangelio de San Juan que desarrolla este tema en su capítulo 10º:

Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen... y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.

Nos viene a la memoria el salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta... en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

Afirmaciones todas que nos dan un respiro de seguridad y alivio sabiendo que estamos en buenas manos y que constantemente el Señor camina con nosotros. La Iglesia, como madre, encarna la premura y seguridad de saber quién nos conduce. Nadie puede contra la Iglesia, porque el Señor está en ella diciéndonos, como en la barca de Pedro: Por qué teméis, hombres de poca fe.

Las dificultades que tienen que superar Pablo y Bernabé son un detalle más de cómo la acción de Dios está presente, los frutos son distintos de lo que los hombres pensamos. (Hechos de los Apóstoles, primera lectura)

Nos asomamos con San Juan en el Apocalipsis (segunda lectura) a la Iglesia ya en su etapa gloriosa y nos gozamos con aquella muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua...

Sin ruborizarnos al afirmar con San Juan: Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

A los seguidores de Jesús, mientras estemos en la Iglesia peregrina, no le faltarán dificultades y luchas, pero, si somos fieles, llegaremos al triunfo definitivo porque estamos bajo el cayado del Buen Pastor que nos defiende y nos cuida.

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