LA SAGRADA ESCRITURA
San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos:
«¿No te parece que estás -ya aquí, en la tierra- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?»
(Ep. 53, 10).
En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo»
. Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).
Benedicto XVI presenta las enseñanzas de San Jerónimo
Lecturas de la Santa Misa del día y de cualquier fecha
Elegir un día en el calendario para ver sus Lecturas. Los Domingos y Festivos contienen un breve comentario.
«Hermano Tobías».
«Dime».
«Pasaremos la noche en casa de Ragüel. Este pariente tuyo tiene una hija llamada Sara.
«Hermano Azarías, condúceme rápido a casa de nuestro pariente Ragüel».
«Mi más cordial bienvenida. Espero que estéis bien».
«Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé por mujer a mi pariente Sara».
«Come, bebe y disfruta esta noche. Tú eres quien más derecho tiene a casarse con Sara. No podría yo dársela a otro, puesto que tú eres el pariente más próximo. Pero debo decirte la verdad, hijo. Ya se la he dado en matrimonio a siete parientes y todos murieron la noche de la boda. Ahora, hijo, come y bebe, que el Señor se cuidará de vosotros».
«No comeré ni beberé hasta que tomes una decisión sobre lo que te he pedido».
«De acuerdo. Te la doy por esposa según lo prescrito en la ley de Moisés. Dios ordena que sea tuya. Recíbela. Desde ahora sois marido y mujer. Tuya es desde hoy para siempre. Hijo, que el Señor del cielo os ayude esta noche y os conceda misericordia y paz».
«Tómala por mujer según lo previsto y ordenado en la ley de Moisés. Tómala y llévala con bien a la casa de tu padre. Que el Dios del cielo os conserve en paz y prosperidad».
«Querida, prepara la otra habitación para Sara».
«¡Ten ánimo, hija! Que el Señor del cielo cambie tu tristeza en alegría. ¡Ten ánimo, hija!».
«Levántate, mujer. Vamos a rezar pidiendo a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos proteja».
«Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito tu nombre por siempre.
los cielos y todas tus criaturas.
a Eva, su mujer, como ayuda y apoyo.
hagámosle una ayuda semejante a él”.
no lo hago por impuro deseo,
sino con la mejor intención.
y haz que lleguemos juntos a la vejez».
«Amén, amén».
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
«No estás lejos del reino de Dios».