LA SAGRADA ESCRITURA
San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos:
«¿No te parece que estás -ya aquí, en la tierra- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?»
(Ep. 53, 10).
En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo»
. Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).
Benedicto XVI presenta las enseñanzas de San Jerónimo
Lecturas de la Santa Misa del día y de cualquier fecha
Elegir un día en el calendario para ver sus Lecturas. Los Domingos y Festivos contienen un breve comentario.
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel».
y le pondrán por nombre Enmanuel, “Dios-con-nosotros". R
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
DOMINGO DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO CICLO A
Tenemos reciente la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen y de nuevo aparece la figura de María. Ella que vive su adviento de una manera singular quiere iluminar nuestro camino y mostrarnos cómo tenemos que vivir nosotros la venida de Jesús.
La profecía de Isaías (primera lectura) y su realización (Evangelio), nos ponen en primer plano a la que es protagonista en el gran acontecimiento que se avecina en la Navidad.
Veamos la descripción que hace la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia en el tema: Adviento de María
del libro La Iglesia y su misterio
(basta este fragmento):
¡Adviento de María...! ¡Madre...! Tú tenías al Verbo de la Vida en tu seno para ti, para amarlo Tú y para amarte Él. Tú vivías feliz en aquella intimidad y comunicación con el Verbo infinito en tu entraña. Pero, participando de la voluntad divina, olvidada de ti, ardías en ansias terribles de que ese Verbo, que había
saltado
del seno del Padre a tu seno, saltara
de tu seno a los hombres para entregárnoslo como Hostia que, ofrecida por ti al Padre, fuera nuestra salvación y santificación.
El Adviento de María era una necesidad insaciable de darnos al Infinito. La Virgen era una manifestación de Dios ansiando ardientemente mostrar al mundo aquel Hijo oculto en su seno.
María no vivía su secreto sólo para Ella; no vivía su alegría gozándola para sí. Ella se gozaba, sí, con su Hijo en su seno; le tenía, le adoraba, le amaba, ¡pero necesitaba ardientemente mostrarlo a la faz de todos los pueblos!, pues sabía que Ella era el medio del cual Dios se había valido para dárnoslo.
Y, por lo tanto, conocedora de la voluntad divina, felicísima y dichosísima de morar en el seno de Dios y de que Dios morara en su seno, se abrasaba en urgencias indecibles por darnos a su Verbo. ¡Necesitaba que su Verbo fuera nuestro! Y Ella, como buena Madre, pedía: ¡Ven, Jesús!; ven de mi seno a mis manos, para darte en comida y en bebida a todas las almas. ¡Ven Tú, Gloria de Israel, promesa y esperanza de mi pueblo, para que alumbres a todos los hombres con
el conocimiento de Yavé
llenándolos de ti como llenan las aguas el mar
!
¡Adviento de María...! La Señora espera, en esperanza cierta como la muerte, el día en el cual su seno nos dará al Verbo de la Vida, y entonces, como Sacerdote, pueda, entre el cielo y la tierra, dar a Dios todo honor y gloria y dar a los hombres a Dios.
La misión de María, para llenar su maternidad en relación con todos y cada uno de nosotros, es llevarnos de la mano e introducirnos en los grandes misterios de nuestra fe. Estamos frente al misterio de la Encarnación y su realización plena en la Navidad.
María, que vive en intimidad con Jesús en su seno, nos lo va a dar palpablemente con la invitación maternal de: Ven Jesús de mi seno a mis brazos, para que pueda entregarlo a la humanidad que espera ya su llegada en esta Navidad.
¡Gracias, Madre! Ella necesitaba por exigencia de amor puro y universal,... olvidada de sí, darnos a Jesús de su seno para nuestra salvación
(Opúsculo nº 5)
Entra en el vivir profundo de María y ella te introducirá en la experiencia sabrosa del misterio en su doble faceta: Encarnación y Navidad.
La Iglesia, madre y maestra en nuestra vida de hijos suyos, en este domingo quiere que palpemos cómo ejerce esta misión a través de María actuando como madre y maestra
.
