Tiempo Ordinario
Domingo, 26 de octubre 2025
estola de color verde
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LA SAGRADA ESCRITURA

San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos:
«¿No te parece que estás -ya aquí, en la tierra- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?» (Ep. 53, 10).

En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo». Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).

Benedicto XVI presenta las enseñanzas de San Jerónimo

Lecturas de la Santa Misa del día y de cualquier fecha

Elegir un día en el calendario para ver sus Lecturas. Los Domingos y Festivos contienen un breve comentario.

Estola de color verde
Domingo XXX del tiempo ordinario
Primera lectura
Eclo 35, 12-14. 16-19a
La oración del humilde atraviesa las nubes
Lectura del libro del Eclesiástico.
El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre,
sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes,
y no se detiene hasta que alcanza su destino.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende,
juzga a los justos y les hace justicia.
El Señor no tardará.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 17-18. 19 y 23 (R: 7ab)
R
El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
V
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R
V
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R
V
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R
Segunda lectura
2 Tim 4, 6-8. 16-18
Me está reservada la corona de la justicia
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
QUERIDO hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.

DOMINGO DE LA XXX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

Dramática situación de San Pablo (segunda lectura) y confidencias con su fiel colaborador Timoteo.

No se ruboriza en reconocer lo positivo que el Señor ha hecho en él y a través de él: he combatido bien mi combate... ahora me aguarda la corona merecida... el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar integro el mensaje...

Tampoco deja de reflejar la poca colaboración de los suyos: todos me abandonaron y nadie me asistió...

Estas afirmaciones nos ponen delante la figura gigante del apóstol San Pablo con su fidelidad puesta a prueba tantas veces en su vida...

No se envanece de lo que ha hecho y de sus virtudes, como el fariseo en el templo, sino que pone de relieve lo que el Señor ha sido capaz de hacer en su vida, comportándose él con fidelidad y siendo así instrumento útil en sus manos: Él me dio fuerzas... y me salvará y me llevará a su reino.

El ejemplo de San Pablo nos invita a todos a responder con la máxima fidelidad. A cada uno el Señor le da unos talentos que tienen la obligación de hacer fructificar, ni tenemos que vanagloriarnos como si se debiera a nuestros méritos, ni podemos enterrarlos sin hacerlos fructificar.

No nos asustemos si a veces los que parece que tenían que estar de nuestra parte nos abandonan como le sucedió a él: todos me abandonaron y nadie me asistió.

Tenemos la obligación como él, y también a nosotros nos da las fuerzas el Señor, para anunciar integro el mensaje. Todas las verdades de nuestra fe tienen la misma autoridad pues las tenemos por revelación divina que llega a nosotros a través de su Iglesia.

Cada uno en su medida y su manera tiene que sentirse colaborador en los planes de Dios y así terminar su vida con la afirmación con la que San Pablo termina su carta a Timoteo: a Él (el Señor) la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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